Opinión

La revolución de la financiación sostenible en los mercados de capitales

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Compartimos este artículo de opinión publicado en la Tribuna de Deusto Business OPEN Alumni y elaborado por Raquel Arechabala, con la vocación de trasladar la creciente relevancia a nivel mundial de la emisión de bonos ESG o GSS+ (bonos verdes, sociales, sostenibles, ligados a la sostenibilidad y de transición) y la revolución que está suponiendo en los mercados de capitales.

Introducción

La sostenibilidad es una marea imparable que impregna todos los ámbitos que nos rodean: desde nuestra parcela más personal como consumidores, ciudadanos, inversores… hasta la profesional como trabajadores, empresarios, gestores y administradores. El enfoque ESG ya impacta de forma global en las estrategias corporativas y es clave dentro de las políticas de financiación de las empresas. Los mercados financieros fueron pioneros en la incorporación de la sostenibilidad y están jugando un papel muy relevante como canalizador de los recursos de inversores socialmente responsables hacia proyectos verdes, sociales y/o sostenibles.

En esta tribuna me gustaría trasladar la creciente relevancia a nivel mundial de la emisión de bonos ESG o GSS+ (bonos verdes, sociales, sostenibles, ligados a la sostenibilidad y de transición) y la revolución que está suponiendo en los mercados de capitales. Dieciséis años después de la emisión del primer bono verde por parte del Banco Europeo de Inversiones (BEI), las emisiones de bonos GSS+ por parte de empresas públicas y privadas ya acumulan un total de 4,2 billones de dólares, según Climate Bonds Initiative. Si bien esta cifra todavía es una parte pequeña del mercado global de renta fija, sus perspectivas son muy positivas por el creciente interés de los inversores y por las altísimas necesidades de financiación para alcanzar los objetivos de la Agenda 3030 y el Pacto de París.

El camino recorrido ha sido un éxito, pero aún queda trabajo por hacer. En la actualidad, el reto se encuentra en la capacidad de la regulación de resolver los problemas actuales (ausencia de estándares comunes, el riesgo de greenwashing…) con garantías para emisores e inversores, permitiendo un impulso y no un freno a la financiación verde en los mercados de capitales.

Desarrollo y evolución de los mercados de capitales ESG

El desarrollo de este mercado vino impulsado por el interés de inversores institucionales de países nórdicos que querían incorporar proyectos ambientales en sus carteras de inversión. Hasta 2007, la inversión socialmente responsable se realizaba a través de la exclusión de activos de empresas cuya actividad estaba relacionada con el armamento, el tabaco… o con comportamientos contrarios a los derechos básicos internacionales. La necesidad de estos gestores de avanzar en sus políticas de inversión sostenible, no solo excluyendo sino invirtiendo en activos líquidos y vinculados a proyectos climáticos, generó una nueva tipología de activos en el mercado: los bonos verdes. Sin duda, se trata de un ejemplo claro de innovación financiera y adaptación a las necesidades del momento. Se iniciaba la revolución medioambiental y financiera en la que nos encontramos inmersos, y creo que no ha hecho más que empezar.

Desde entonces, el volumen de carteras gestionadas con criterios ESG a nivel mundial ha crecido de forma exponencial (>19 billones de $) y las oportunidades de inversión sostenibles para los inversores son enormes. Sin embargo, la demanda de activos ESG supera la oferta actual de los mercados de capitales.

Las emisiones de bonos GSS+ en los mercados de capitales ha crecido de forma sostenida hasta 2021, año brillante en el que se alcanzaron cifras anuales récord (>1 billón $). En 2022 se produjo una desaceleración en esta tendencia, en línea con los mercados de deuda que sufrían una caída significativa de la actividad por la elevada incertidumbre económica, la guerra de Ucrania, la aceleración de la inflación y el giro en las políticas monetarias de los bancos centrales.

2023 está siendo un año más favorable en general para los mercados de renta fija, si bien seguimos pendientes de los riesgos abiertos. Tal y como apunta Climate Bonds Initiative, sólo en el primer semestre 2023 se ha superado la cifra anual de 2019 con un total de 448.000 millones de dólares de bonos GSS+ a nivel mundial. Por categorías, los bonos verdes suponen un 62% de las emisiones, mientras que los bonos sociales y sostenibles alcanzan un 15% y 14% respectivamente. El euro sigue siendo la divisa más representativa (47%) reflejando el liderazgo de Europa en finanzas sostenibles, con una regulación más avanzada tanto para emisores como inversores y siendo el mayor proveedor de financiación para la lucha contra el cambio climático.

Dentro de Europa, España es un actor relevante en la emisión de bonos verdes, sociales y sostenibles, junto con otros países como Alemania, Francia e Italia. En este sentido, Iberdrola fue la primera empresa española en emitir un bono verde en 2014, y en el ámbito público el ICO emitía un año después el primer bono social dentro del territorio. En la actualidad, los principales emisores de bonos ESG en nuestro país son las entidades bancarias, las compañías eléctricas y renovables, las Comunidades Autónomas, el Tesoro Público y el ICO. También las empresas medianas, que han iniciado la diversificación de sus fuentes de financiación en los mercados de capitales, se han unido a esta corriente, vinculando sus programas de pagares y bonos con la sostenibilidad.

Pilares y retos para la financiación sostenible

Para poder avanzar en los retos a los que se enfrenta el mercado de bonos ESG, es necesario conocer cuáles son los pilares sobre los que se ha desarrollado este mercado. La financiación en los mercados de capitales se ha construido sobre la base de los principios de la Asociación Internacional de Mercados de Capitales (ICMA)[1], que han ido evolucionando para los distintos tipos de bonos y que, aun siendo voluntarios, son considerados como las mejores prácticas de mercado, aceptadas por emisores e inversores.

Estos principios han contribuido a la integridad del mercado de bonos ESG, principalmente porque promueven la transparencia y la divulgación de información. La emisión de bonos sostenibles exige la realización de un trabajo preparatorio por parte de la empresa o institución pública de la mano de sus asesores y equipos internos implicados, que le permitirán abordar este proceso con éxito. Por nuestra experiencia y la de nuestros clientes, éste es un proceso sencillo siempre que la empresa tenga ya una estrategia corporativa sostenible. Un emisor de bonos ESG debe facilitar información detallada a los inversores sobre cuál será el uso de los fondos, cómo es el proceso de evaluación y selección de proyectos para los que se busca financiación en el mercado, cuál va a ser la gestión de dichos fondos y, por ultimo y por ello no menos importante, reportará periódicamente a los inversores sobre la asignación final de los fondos del bono y sobre el impacto social y/o medioambiental logrado. El mercado también contempla la emisión de bonos vinculados a la sostenibilidad para aquellas empresas que, aunque su actividad no sea verde y/o social, cuentan con una estrategia de sostenibilidad firme. En este caso se establecen unos indicadores (KPIs) y unos objetivos de desempeño sostenibles (SPTs) que deben ser materiales y ambiciosos.

Estos principios de ICMA han sido y siguen siendo unos pilares fantásticos para el desarrollo de la financiación sostenible en los mercados de capitales, si bien los participantes del mercado (emisores, inversores, entidades financieras…) reclaman avanzar en la regulación de este mercado GSS+. El objetivo es aumentar la confianza de todas las partes y estandarizar las reglas del juego, de forma que los inversores simplifiquen su proceso de decisión, los emisores reduzcan el riesgo de greenwashing y se mejore la evaluación del impacto de esta financiación sostenible en los mercados.

La creciente regulación de las finanzas sostenibles en Europa nos ha llevado a un maremágnum de siglas, directivas y reglamentos (SFDR: Reglamento de Divulgación en materia de Finanzas Sostenibles; CSRD: Directiva de Reporting en Sostenibilidad Corporativa; ESRS: Estándares Europeos del Reporte en Sostenibilidad; EuGBS: Estándar Europeo de Bonos Verdes…). La regulación es necesaria, y de su sencillez o complejidad se derivará que sea un factor de impulso o un freno para el mercado. Lejos de trasladar una visión negativa del futuro del mercado, porque no la tengo, sí que parece que nos queda mucho trabajo por delante si tenemos en cuenta que ahora mismo además de la taxonomía europea, se están desarrollando en el mundo más de 25 taxonomías adicionales sin alineamiento alguno. En estos momentos la realidad es que las empresas, inversores y sector financiero nos encontramos en un entorno de cierta confusión, pendientes del desarrollo de reglamentos y trasposiciones nacionales que nos permitan tener una mayor claridad.

El supervisor europeo de los mercados de capitales (ESMA) ha decidido tomar cartas en el asunto y ha comunicado su plan de trabajo denominado Sustainable Finance Roadmap 2022-2024, priorizando la promoción de la transparencia, la reducción del greenwashing y el análisis de riesgos y vulnerabilidades de los mercados ESG.

[1] Green Bond Principles (GBP), Social Bond Principles (SBP), Sustainable Bond Guidelines (SBG) y Sustainability-linked Bond Principles (SLBP).

Conclusiones

La ingente necesidad de recursos para abordar los objetivos de desarrollo sostenible y de cambio climático a nivel mundial son la clave para que la revolución de la financiación sostenible en los mercados siga su curso. El reto será superar las dificultades que se puedan encontrar en el camino. Los bonos ESG son solo una pequeña parte de la solución y aun siendo solo unos “adolescentes de 16 años”, están preparados para dar el salto y cumplir las expectativas que tenemos en el desafío de la sostenibilidad.

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Raquel Arechabala Sánchez

  • Directora de Inversriones y Negocio